Retomando escena

domingo, septiembre 21, 2014 0 Comments





Esta historia la escribí hace algún tiempo, la razón por la que la comparto es para darle seguimiento en este blog, ya que la historia sólo existe en un único capítulo.

La ansiedad me consume por dentro, esta adicción me carcome lentamente, un asesino sigiloso tomando vida ante una notable epifanía. Mi ser añora con vehemencia aquellos lúgubres años en los cuales solía vislumbrar cada momento sin percatarme de causas mayores... Lentamente la sombra se enrola poco a poco debilitando cada sentimiento y fortaleciendo ese muro que hoy habita en mi ser.

La mayoría de las personas suele visualizar la vida desde una perspectiva inocente, un arcoíris de dulces y cálidos colores, que en ella embriaga a sus habitantes de tranquilas y bellas ilusiones, sin embargo, las cosas no suelen ser tan simples o tan lindas como parecen o suelen decirse. Cuando tomas por primera vez una vida entre tus manos, todo se congela, se detiene el tiempo por un instante y llega a tu mente una simple y básica cuestión... ¿Qué he hecho?

A lo largo de nuestra vida, hemos observado cómo nos encontramos en la búsqueda de la verdad, de nuestro ser, ¿Quiénes somos? ¿A dónde nos dirigimos? ¿Qué sucederá más adelante? Y una gran cantidad de cuestiones que alimentan nuestra incertidumbre, debo decir que al escribir esto, es porque he llegado a un punto de mi vida, en el que simplemente no parece haber una salida, no hay un hasta luego, ni un volver a comenzar...
La vida adulta marca bastante la diferencia y la transición, a diferencia de las etapas anteriores como la niñez, la adolescencia y la juventud, pero no quisiera desviarme tanto del tema, así que volveré al punto inicial...

Las cosas solían ir bien, una familia funcional, tal vez no la familia más perfecta, pero una familia bastante unida. El padre dedicado en cuerpo y alma a la cuestión laboral para poder proveer un gran sustento familiar, la madre, enfocada al ámbito de la labor doméstica y 2 hermanos más pequeños... Ser el hermano mayor no es algo tan simple, equivale a una gran cantidad de responsabilidades, como dicen, eres el ejemplo a seguir. Cuando salí de la preparatoria, no me sentía tan preparado o listo para entrar a otra etapa, tal vez estudiar a nivel universitario no sería algo tan confuso o complicado, pero enfocarte en algo a lo que te dedicarías toda o la mayor parte de tu vida, llegó a serlo para mi.

¿Estoy realmente listo para convertirme en un adulto? Ya poseía la mayoría de edad, sin embargo, son muchos aspectos los que en ello recae, cuando te pones a pensar en todas las cosas con las que te auto motivabas de chico al cumplir 18, te dices, menudas patrañas, las cosas siguen igual. 

Trato de no sonar como un aguafiestas, aunque lo llegue a parecer, porque los aspectos del "liberalismo" del adulto son simplemente un cliché, tienes más ventajas ser adulto, te vuelves alguien independiente, pero las cosas en sí no cambian, excepto por las responsabilidades y que ahora básicamente te las arreglas por ti mismo. Es momento de iniciar el camino solo...

Logré conseguir apoyo de mis padres para viajar a otro estado y estudiar una carrera enfocada al ámbito computacional, era lo más cercano a querer abarcar muchas cosas a la vez, no me encontraba satisfecho del todo, pero decidí darle una oportunidad.
Llegué a la Universidad, fue una larga travesía en el aeropuerto y más cuando hay una tormenta de por medio, temía llegar tarde el primer día de clases. Con un grave retraso, no podía darme el lujo de tomar algún transporte público, así que decidí tomar un taxi, mientras íbamos de camino a la Universidad, el chofer me comenzó a sacar plática y comentarme lo molestas que eran las lluvias en aquel lugar.

 ¿Usted no es de aquí verdad? -
 ¿Por qué lo pregunta?
 Por la manera en la que ve.

Había escuchado acepciones tales como el acento, el tono de voz, pero nunca por la manera en la que una persona miraba... Algo bastante curioso debo decir.

 Sí, soy de fuera.
 ¿Qué le trae por acá?
 La universidad, vengo a estudiar.
 Ah, me parece muy bien joven. Esa Universidad es de las mejores del país.
 Sí, también lo he escuchado.

Le pagué al taxista, se despidió de mi y seguí mi camino a la Universidad... Llegué al salón en el que aparentemente tomaría clases, pero oh sorpresa, no había nadie, lo cual hizo que me pusiese algo nervioso y comenzara a cuestionarme, ¿estás seguro que es aquí? Saqué mi horario y todo era correcto. Tal vez salieron antes de que llegara. A punto de irme a realizar una travesía y comenzar a buscar algún otro salón o preguntarle a algún docente, llegó un joven al salón y me dijo:

— Venga, he pensado que he llegado tarde y no hay nadie. Joder. ¿Sabes qué ha pasado?
Voltee a verlo, me quedé divagando por un instante y le comenté en tono bajo.
 La verdad es que no sé qué ha pasado, acabo de llegar y me he topado con que no hay nadie en el salón.
— Deberíamos de ir a preguntar, ¿no crees? A lo mejor se han ido a alguna especie de recorrido universitario. Por cierto, me llamo Raphael.
— Ah, vale, mucho gusto mi nombre es Demian.

Raphael era chico blanco, alto, delgado, tenía un estereotipo bastante curioso, ya que vestía una remera de alguna banda inglesa no muy conocida, unos jeans negros y unos tenis estilo Vans, tenía el cabello lacio y largo un poco más largo que a los hombros de color castaño oscuro, sus ojos haciendo par con el cabello y sus dientes un tanto dispares.

Raphael y yo comenzamos a recorrer los pasillos más próximos de la Universidad, sin saber qué era lo que realmente buscábamos, así que decidimos que tendríamos que buscar a algún grupo de tamaño numeroso y preguntar, no había de otra.

Después de algunas vueltas por el edificio, nos encontramos con que había un grupo que se movía por el campus, así que decidimos bajar y comenzar a seguirles, efectivamente era el grupo... Y ahí, estaba ella, tan hermosa, tan alegre y sonriente, antes de que le arrebatase la vida.


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